Ignacio Pérez-Arregui Fort, fiel notario de nuestras calles y paseos, asegura que, en la primera década de nuestro siglo, San Sebastián contaba nada menos que con diez y seis paseos, «a cada cual más bonito, apropiados para épocas distintas y diversidades climatológicas». Los había largos y cortos, frondosos y abiertos, llanos y costaneros. Sólo hablaremos de algunos de los que perdimos y de otros que perduran.
Recorreremos, en compañía del citado escritor donostiarra, el paseo que iba hasta la Fuente de la Salud,
Nacía, como sendero saltarín, en la línea del ferrocarril a Zarauz. Pronto quedaban a mano del paseo un frontón y un ventorro, donde podían merendarse la apuesta ganada a la pelota. Y, muy próxima, aparecía la saludable fuente.
Mas el paseo seguía paralelo a la carretera de la fábrica del gas, con el río -en aquellos años con un cauce muy extenso- a la izquierda y amplias vistas al lejano barrio de Lo. yola. Cruzaba la vía del tren y llegaba a Morlans, atravesando nuevamente la vía —aunque esta vez por debajo de ella, subiendo una escalera para poder continuar por encima de un muro sobre unas lagunas y finalizado, poco después de haber vuelto a cruzar la misma vía, junto a un depósito de agua, que abastecía a la población. Y, precisamente por ello, como todo el paseo era recorrido por la tubería de conducción del agua, que databa de 1609, se dio en apodarlo Paseo de los Caños,
Según una guía de 1894, era aquél un paseo «agradable», ni ancho ni recto, pero sí «abrigado en invierno, fresco en verano», noy diríamos que «climatizado» y pintoresco en toda época. ¿No se podría recuperarlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario